Durante nuestro viaje por Yucatán en coche, estas fueron las visitas que más nos han impactado. Cuatro joyas secretas que nos encontramos en nuestra corta aventura por México. Cuatro joyas en los estados de
Yucatán, Campeche y Quintana Roo.
Una es una ciudad colonial, la otra una laguna de agua dulce, también aparecen las omnipresentes ruinas mayas y la última es un cenote.
Si bien es cierto, que la
Península del Yucatán posee maravillosas ciudades coloniales, míticas y
archiconocidas ruinas mayas que no hay que perderse y otras maravillas de la
naturaleza, estos cuatro rincones nos han dejado grabada su huella en la memoria
y en el corazón, porque en todas ellas pasamos momentos mágicos.
Y es que mágico es Izamal,
un pueblito colonial con todas sus fachadas amarillas y su imponente
monasterio de San Antonio de Padua, amarillo también, en contraste con el cielo
azul, que nos recibió el día en que paramos allí, en nuestro camino a Mérida.
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Pasear por Izamal es mágico |
De este monasterio se dice que
posee el claustro más grande de América, si no del mundo, y sinceramente no
podría decir que no, pues es de dimensiones colosales.
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Parte de la inmensa explanada del Monasterio de San Antonio de Padua |
Pero Izamal esconde algo más: en
medio de su casco urbano se alza una pirámide maya, de acceso libre, por
cierto, y desde cuya cima, a la que afortunadamente aun permiten subir se ve el
amarillo de Izamal, que reluce como el oro bajo el sol en contraste con el
verde de la selva que nos rodea.
Sin duda un pueblo que
sorprenderá al viajero que acierte a hacer un alto en su camino y se detenga en
este antiguo pueblo maya que fue uno de los primeros lugares colonizados por los españoles.
Al norte de Chetumal , la capital de Quintana Roo, nos encontramos con Bacalar otro pequeño pueblo bañado por la laguna del mismo nombre. ¿Y que tiene de especial Bacalar? La tranquilidad y a la vez animación caribeña que desprenden sus calles y sus habitantes y sobre todo su laguna, también llamada la Laguna de los Siete Colores.
Llegábamos por la tarde a Casita
Carolina, a orillas de la laguna. Un lugar sencillo y tranquilo para pasar la
noche, pero en un emplazamiento inmejorable, soberbio.
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Jardines del B&B Casita Carolina |
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Amanece en la Laguna mientras tomamos un café a sus orillas, preguntándonos qué nos deparará el día |
Paseando por el lugar nos topamos
con un fuerte que nos recordó el pasado pirata de la localidad y en El Mesón
tomamos una de las mejores comidas caseras que hemos probado en este viaje y
compartimos una interesantísima charla con el marido de la propietaria y un
amigo, en donde salieron temas de política, de comida, de posibles visitas en
nuestra peregrinación…
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El fuerte de Bacalar es un recuerdo de su violento pasado |
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El pajarillo vigila el horizonte como antes lo hicieron los habitantes de Bacalar |
Pero Yucatán tiene un pasado maya
innegable y sus ruinas y recintos arqueológicos son testimonio en piedra de
ello.
A pesar de que la selva y los
años lo intenten borrar, como ocurre con Calakmul, devorado por la jungla,
solo podemos atisbar una pequeña parte de la grandeza de antaño.
Para mí, Calakmul ha sido laVISITA con mayúsculas, la joya de las joyas, el lugar que recordaré para
siempre, que te hace sentir un explorador de los de antes, soñando que eres el
primero en muchos años que camina sobre sus piedras derruidas, sobre las que se
levanta el bosque tropical.
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A cada paso, Calakmul te depara una sorpresa. |
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La naturaleza devora las diferentes construcciones |
Sus estructuras son magníficas,
la I, la II y la VII, merece la pena el esfuerzo que supone subir a las tres porque cada una te aporta una
vista diferente y a su alrededor selva, selva y más selva.
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Imponentes pirámides que sobresalen por encima de la jungla |
Conviene estar atento a todos los
ruidos y movimientos, pues no es difícil ver monos aulladores jugando o
descansando en las copas de los árboles, iguanas, mariposas gigantes de colores
y aves, todos ellos compartiendo hábitat. Si tienes suerte podrás ver un jaguar
o algún pequeño mamífero.
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Los machos se distinguen facilmente por los testículos blancos, tal y como aprendimos en Costa Rica |
El acceso hasta allí no es
sencillo, pues es una reserva natural y hay que adentrarse durante una hora en coche en
la selva, pero la recompensa es grande con la ventaja de que podrás visitar
algunas estructuras en la más absoluta soledad.
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Vistas de leyenda desde la estructura VII |
La última joya que repasaremos es
el cenote Xcanché. Su entrada pasa desapercibida cuando visitas EkBalam, pero no conviene pasarlo de largo.
Este cenote, está gestionado por una
cooperativa formada por la comunidad indígena de la zona, y lo cuidan con mimo
para que se conserve tal y como sus antepasados lo conocieron, de hecho nos
hicieron ducharnos antes de entrar para eliminar restos de crema solar o
repelentes.

Pero han sabido renovarse y avanzar con los tiempos y ofrecen algo
de turismo activo, permitiéndote pasar en tirolina por encima del cenote y
descender hasta la orilla del agua rapelando desde lo alto.
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El descenso es sencillo y corto, al alcance de todos |
Hasta allí llegamos en un
agradable paseo en bici en compañía de uno de los gestores que con curiosidad
nos preguntaba por nuestro viaje y nuestros próximos destinos.
Y nos bañamos en soledad,
acompañados de los pececillos que nos rodeaban, rompiendo el silencio que nos
envolvía solo con nuestros chapoteos.


Y estas son las cuatro joyas, los
cuatro souvenirs que nos hemos traído en forma de recuerdo, que nos sirven para
evocar lo que vivimos, lo que sentimos y volvernos a emocionar una y otra vez.