Perú es un lugar fascinante, por
sus paisajes, por su historia, por su gastronomía… también tiene lugares
misteriosos, intrigantes, mágicos y estremecedores.
Creo que el primer lugar en la
lista de lugares del misterio lo ocupan las Líneas de Nazca, geoglifos
trazados en el desierto, en un área conocida con valle o pampa del Ingenio, por la cultura Nazca. Su significado todavía es un
enigma, aunque hay varias hipótesis y teorías que intentan explicar el porqué
de estas enigmáticas figuras.

La mejor forma de ver los dibujos en el desierto es desde el aire y es fácil conseguir una plaza en cualquiera de las compañías que operan en el pequeño aeródromo de Nazca. Además del vuelo, hay que pagar una tasa de 25 soles. Una advertencia, es fácil marearse en las pequeñas avionetas que surcan los cielos de Nazca, así que lo mejor es tomar alguna pastilla contra el mareo (en mi caso fueron dos) y seguir concienzudamente los consejos del piloto y copiloto. A mi me funcionó aunque no todos los pasajeros acabamos en iguales condiciones.
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Las extrañas manos de cuatro y cinco dedos |
El dibujo de los geoglifos se ha llevado a cabo removiendo la capa superior de terreno, dejando a la vista el estrato inferior que destaca en un tono más claro. La aridez de la zona y las nulas precipitaciones del lugar, se dice que no llueve desde hace cuatro siglos, han colaborado a la conservación de los dibujos.
Para mi fue un sueño cumplido ver
desde el aire las misteriosas líneas y mereció la pena la rápida parada que
hicimos en la ciudad de Nazca para ver el famoso colibrí, el mono, la araña o el desconcertante
“astronauta” y unas siniestras manos, una de ellas con cuatro dedos...
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La figura antropomorfa de "El Astronauta" es para algunos la clave del asunto |
No lejos de allí, a unos 30 km, el
desierto esconde otro inquietante lugar, la Necrópolis de Chauchilla.
Llegábamos al caer la tarde, con
la última luz del día, en un destartalado Dodge clásico. Tan solo un puñado de
personas estábamos allí, un viento fuerte azotaba nuestras caras. No ves nada,
tan solo agujeros en el suelo cubiertos con unas improvisadas techumbres. Nos
acercamos en silencio y la visión inquieta al más sereno: blancos huesos
resaltan sobre los marrones ropajes, el negro y largo cabello de las momias y
las cuencas rellenas con algodón. Silencio solo quebrado por el viento que soplaba.
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Las largas cabelleras rodean por completo la momia |
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Las siniestras calaveras miran eternamente al cielo de Chaullilla y parecen reirse de nosotros con sonrisas congeladas en el tiempo |
Se trata de tumbas pre-incaicas,
la mayoría de ellas saqueadas por los huaqueros, de las que poco queda, tan
solo la momia en posición fetal, con larguísimos cabellos y algunas cerámicas,
muchas de ellas destrozadas por los saqueadores si no las encontraban de
interés. El lugar es tan terrorífico de noche que se cuenta que estos ladrones de tumbas tomaban alcohol y drogas y solo en este estado de embriaguez e irrealidad eran capaces de llevar a cabo su siniestro cometido.
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Aun pueden verse partes cubiertas de piel, en el detalle se aprecia perfectamente el pie de la momia |
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La Iglesia de San Francisco, en Lima, acoge otro extraño lugar. El recorrido te lleva por el claustro, la preciosa biblioteca, el refrectorio y la principal visita: las catacumbas.
Las lúgubres y oscuras galerías
alojan hasta 70.000 enterramientos. Lo más siniestro del lugar es que los
huesos están clasificados por tamaño y forman figuras macabras (no se permiten
fotografías).

Otra necrópolis nos espera en el camino: Sillustani, a 35 km en coche desde Puno. Imponentes torres funerarias o chullpas se alzan en lo alto de una colina, a orillas del lago Umayo a 4.000 metros de altitud. Su construcción se atribuye a los collas, uno de los reinos aymara que habitaron el altiplano, y posteriormente a los incas, y es fácil reconocer la diferencia entre ambos estilos.

Las chullpas que pertenecen al periodo aymara eran construidas con una estructura de piedras sin pulir unidas con argamasa. Las que datan de una época contemporánea al dominio del Incanato poseen un revestimiento tallado de forma regular.
Las momias en posición fetal eran introducidas en la cámara mortuoria de la chullpa, con una puerta siempre orientada al este, junto con sus pertenencias y las ofrendas necesarias para que el difunto disfrutara de su nueva existencia.
Estas chullpas eran utilizadas por la familia, es decir, podían albergar varias momias en su interior y se cree que eran para familias de alto rango social, de la nobleza colla.
Las momias en posición fetal eran introducidas en la cámara mortuoria de la chullpa, con una puerta siempre orientada al este, junto con sus pertenencias y las ofrendas necesarias para que el difunto disfrutara de su nueva existencia.
Estas chullpas eran utilizadas por la familia, es decir, podían albergar varias momias en su interior y se cree que eran para familias de alto rango social, de la nobleza colla.

El Museo de los Santuarios Andinos, en Arequipa es otro lugar muy interesante, antropológicamente hablando.
Pasaban 10 minutos de la hora del
cierre cuando llegábamos, sin aliento por la carrera, a la puerta del museo.
Milagrosamente, nuestro amigo Gustavo, que nos estaba mostrando su maravillosa
ciudad, consigue que nos dejen pasar y realizamos la visita en la más absoluta
soledad, no quedaba nadie en el museo y un vigilante iba detrás de nosotros
apagando las luces.
El museo gira en torno a la momia
Juanita, encontrada prácticamente intacta en el nevado Ampato. La guía que nos
acompaña explica las cosas de una forma muy didáctica y amena, nos hace revivir
las últimas horas de Juanita y casi podemos imaginarla, caminando con su
indumentaria ritual hacia su muerte. Murió de un golpe en la sien.
Por fortuna pudimos entrar pues es una historia muy interesante, cómo vivió y fue criada desde muy pequeña para su sacrificio y también cómo fue encontrada en 1995.
Por fortuna pudimos entrar pues es una historia muy interesante, cómo vivió y fue criada desde muy pequeña para su sacrificio y también cómo fue encontrada en 1995.
No muy lejos de allí hay otra
visita mágica, el Monasterio de Santa Catalina que los
martes y jueves abre por la noche. Las callejuelas de esta ciudad dentro de la
ciudad se iluminan con la caída de la tarde, no tanto las celdas que se pueden
ver alumbradas por la tenue luz de unas velas, sin embargo, es fascinante el
juego de luces y de sombras, el colorido de las calles del monasterio se
intensifica y la magia te envuelve. Yo recomiendo esta visita por la noche y
Gustavo, que ha tenido la oportunidad de ver el monasterio con la luz del día,
salió maravillado y agradecido por poder compartir con nosotros la experiencia
de verlo a la luz de los farolillos y las velas. Se respira otra atmósfera,
misteriosa, sorprendente y maravillosa.


Este inmenso complejo histórico, en el que llegaron a vivir hasta 500 monjas de clausura, comenzó a edificarse en la primera mitad del siglo XVI, con sillar, el más importante exponente de la arquitectura colonial de Arequipa.

Una de las ruinas del incanato más intrigantes es Quenqo, del que se desconoce su nombre original (este fue impuesto por los conquistadores) y su finalidad.
Se supone que es uno de los
santuarios más importantes de este periodo y pudo ser un centro de adoración,
un altar, un observatorio solar… sus galerías
y cuevas internas hacen que el lugar sea una visita interesante y si tienes
suerte algún guía puede contarte historias que mezclan realidad, leyenda e
imaginación a partes iguales.

Por sus canales zigzagueantes pudo circular chicha, sangre o agua, no está claro, al igual que tampoco se sabe si su altar excavado en una caverna pudo servir para algún tipo de sacrificio a la Pacha Mama o madre tierra.


Quenqo se puede visitar con el
boleto turístico y está muy cerca de
Sacsayhuaman (Cusco), a 1 km escaso de estas ruinas.
En esta relación del misterio, podríamos haber incluido la mayoría de las ruinas incas, ya que poco o nada se sabe de ellas puesto que esta cultura no utilizaba la escritura y sólo sabemos de ellos a través de las crónicas que nos dejaron los españoles, plagadas de errores y malinterpretaciones por las diferencias culturales y religiosas existentes entre ambos mundos.
Pero esta confusión no hace sino
acrecentar la magia y aumentar el poder de atracción que estos lugares nos
producen y los recorremos fascinados y
embriagados por la historia mientras dejamos volar nuestra imaginación hacia
los secretos que nos ocultan las piedras.