Nuestro viaje por un país con los paisajes más increibles del Sudeste Asiático.
En esta etapa del viaje, visitaremos Hanoi, haremos un crucero por la sorprendente Bahía de Halong y finalizaremos con una caminata atravesando la selva del Parque Nacional de Cat Ba.
Consejos para viajar a Vietnam el 15 días, con nuestra ruta, alojamientos y consejos en general.
DÍA 1: ATERRIZAJE EN HANOI
Tras un largo viaje, sin
complicaciones y una corta escala en París aterrizamos en hora en Hanoi.
Eran las 5 de la mañana, hora
local, y casi ninguno habíamos podido dormir mucho en el avión.
A pesar de ser tan temprano, la
temperatura era de 27º con mucha humedad. Agotados, pero muy ilusionados nos
dispusimos a buscar un transporte hasta el centro.
Como éramos cuatro, cogimos un
taxi que nos llevó hasta el Old Quarter
(Barrio Antiguo) por unos 10$ y nos dejó en la puerta de un hotel que
habíamos visto en la guía. Llamamos al timbre porque estaba cerrado y nos abrió
la puerta un chico medio dormido que nos dijo que no había habitaciones libres.
Pudimos ver que había catres en recepción donde estaban durmiendo los empleados
del hotel. A lo largo del viaje, veríamos que es práctica habitual, pero la
primera vez nos sorprendió.
Así que cogimos nuestras
mochilas, las cargamos al hombro y salimos en busca de una habitación por la
zona.
¡El calor era insoportable y no
eran ni las 6 de la mañana!
Varias personas se nos acercaron
para ofrecernos habitaciones muy baratas, pero de momento las rechazamos, hasta
que después de entrar en el segundo hotel elegido nos volvieron a decir que
estaba completo y decidimos seguir a uno de los chicos. Lamentablemente, al
llegar el panorama era tan desolador, estaba todo tan sucio, que nos marchamos.
Pero, nada más volver la esquina, un tipo nos llamó desde la puerta de un
hotel. Nos enseñó varias habitaciones, subimos y bajamos escaleras y al final,
por puro agotamiento nos quedamos dos amplias habitaciones, limpias, con aire
acondicionado, TV, baño e internet en el hall. El hotel era el
PHU DO HOTEL (68
Hang Bo) por 25$ la noche.
Normalmente en Vietnam no hay
duchas como tal, hay un desagüe y una alcachofa al lado del lavabo o del váter,
pero a nosotros nos pareció el Paraiso. Tras una fantástica y reparadora ducha,
nos hicimos de nuevo a la calle, con su calor y su humedad, que se nos pegaba
al cuerpo.
Estábamos buscando una agencia de
viajes para reservar una excursión a la Bahía de Halong. Preparando el viaje en
casa, habíamos leído buenos comentarios sobre VEGA TRAVEL (24 Hang Bac) y fue
allí donde reservamos nuestros viajes para los próximos días: Halong Bay (110-120$ - actualizado 2014), Sapa (160$ incluye tren - actualizado 2014) y
Tam Coc y así ya empezar a dedicarnos a visitar la ciudad que ya le teníamos
ganas. Nuestro primer contacto con Vietnam había sido agotador.
Con los deberes ya hechos, nos
sentamos a desayunar en la segunda planta de un restaurante del Barrio Antiguo,
desde donde veíamos toda la calle con imágenes típicas de una mañana en Hanoi.
Lo que más nos impresionó en esta primera toma de contacto fue ver a esas
mujeres tan pequeñas, con sus gorros cónicos, sosteniendo dos cestos de comida
u otras cosas, unidos por un palo de madera ¿Cómo lo soportan con tanto calor?
Terminado el desayuno, nos
dirigimos al lago HOAN KIEM o lago de LA ESPADA RESTITUIDA y pudimos ver el
PUENTE DEL SOL NACIENTE y al fondo el ISLOTE DE LA TORTUGA.
Cruzando el puente, se accede al
TEMPLO DE LA MONTAÑA DE JADE, pero no nos lo habían recomendado como
interesante, así que no entramos.
Seguimos paseando por el lago
hasta el Barrio Francés y aquí el agotamiento nos superó a algunos, que ya no
podíamos mantener los ojos abiertos así que cogimos un taxi y nos fuimos al
hotel a descansar un par de horas.
Tras una pequeña siesta y otra
ducha, nos dimos cuenta de que el jet lag estaba haciendo estragos en nosotros
y sólo tomamos un plátano de la fruta que nos habían dejado en la habitación.
Fuimos caminando hasta la
ciudadela y divirtiéndonos cruzando las calles en medio del trafico de Hanoi, a
sabiendas de que a esas horas el Mausoleo de Ho Chi Minh ya estaba cerrado, aun
así tomamos unas cuantas fotos y paseando por el recinto llegamos hasta la
preciosa PAGODA DE UN PILAR, donde tendríamos nuestro primer contacto con la
arquitectura tradicional vietnamita.
Continuamos por los jardines y
llegamos al Palacio Presidencial, justo en el momento en que cerraban igual que
la Casa Zancuda, y como el Museo de Ho Chi Minh nos había dicho mi gran amiga
Chuache que no le había gustado mucho, salimos del recinto en busca de un B-52
americano que se había estrellado por la zona.
Dimos vueltas y más vueltas y no
conseguimos encontrarlo a pesar de contar con la extraordinaria orientación de
BONE. Afortunadamente, acabamos callejeando perdidos por un barrio típicamente
vietnamita, que nos encantó: un laberinto sin fin de callejuelas.
El calor y el jet lag están
minando nuestro ánimo, y tenemos mucho, así que decidimos sentarnos a tomar
unas cervezas frías y descansar un poco. ¡Menudo descubrimiento! Encontramos
una gran terraza abarrotada de vietnamitas donde éramos los únicos
occidentales, así que pensamos que sería barato. Comenzamos a beber y a sacar
una cerveza tras otra. Las jarras las aclaraban en un barreño de agua detrás de
la barra pero nos daba igual, tanto, que terminamos tomando 10 jarras de
cerveza por el módico precio de 2€. Así da gusto estar de vacaciones, ¿no?
Pues bien, eran las 18:30 de la
tarde y por si aun no lo he comentado, el calor, la humedad y el cambio de hora
nos estaban agotando a pasos agigantados. Tomamos la decisión de ir a cenar,
pronto, a dormir y mañana…. será otro día.
En algún sitio habíamos leído que
a orillas del Lago Occidental hay restaurantes con buen pescado y cogimos ese
camino.
Nuestra guía recomendaba el
POTOMAC (4 Thuy Khue Street) y fuimos a ver qué tal.
Pedimos pescado, calamares,
langostinos tigre y rollitos de primavera. El lugar es un restaurante flotante
con unas vistas al lago espectaculares. Vimos anochecer mientras degustábamos
la cena que nos salió por unos 75.000 Dvn los cuatro (unos 40$) en lo que es un
restaurante de lujo.
Con muy buen sabor de boca nos
cogemos dos XICH LO (carritos tirados por bicicletas) y por 3€ nos llevaron
hasta el hotel. Circulando silenciosamente entre una riada de motocicletas y
vehículos varios y con nuestro habilidoso chófer dándonos conversación,
preguntando por nuestros hijos, edad, etc.
Llegamos al hotel, subimos las
escaleras casi arrastrándonos y termina nuestro primer día en Vietnam, de
momento estábamos encantados.
DÍA 2: HANOI
Bone se levantó a correr (ver
entrada
Bone corre por Vietnam) y cuando volvió me despertó, nueva ducha y
todos a desayunar.
En el hotel había nacionales y
ningún turista extranjero, lo comento simplemente porque el desayuno no era
continental, sino un bufet de comida local.
Un poco tarde para nosotros, a
eso de las 9 horas, salimos con dirección al TEMPLO DE LA LITERATURA (10.000
Dvn), un precioso recinto dedicado a
Confucio,
que fue la primera universidad de Vietnam.
Allí pasamos gran parte de la
mañana, viendo además algo de música tradicional. Compramos postales para
enviar y unos amuletos que aun conservamos y nos fuimos al lugar donde habíamos
decidido comer, un restaurante al que no habríamos entrado si no hubiéramos ido
recomendados.
Se trata del BUN BO NAM BO en el
67 de Hang Dieu, donde su plato único, tallarines, estaba riquísimo. Aprovechamos
para probar los NEM que eran unas salchichas envueltas en hoja de plátano.
Luego pasamos la tarde paseando
por el Old Quarter, en un mercado donde vimos infinidad de fruta, verdura,
carne (en condiciones poco higiénicas) y animales vivos como peces, ranas,
patos, serpientes… Todo esto sabiendo que sería comprado por los restaurantes
en los que comeríamos durante el viaje, pero no somos muy escrupulosos y nunca
hemos tenido grandes problemas de salud en ese sentido.
También visitamos la Catedral de
San José, aunque tuvimos algún percance para encontrarla. En un momento dado,
las chicas nos quedamos preguntando precios en un hotel para nuestra siguiente
parada en la ciudad y los chicos se fueron, 40 minutos más tarde y varios
cientos de vueltas por el barrio los encontramos sentados a la entrada de la
catedral tan tranquilos y riéndose de nuestra falta de orientación. La catedral
no es nada del otro mundo, teniendo en cuenta las catedrales europeas que hemos
visto tantas veces, pero es curioso encontrarte un edificio así en mitad del
ajetreado ir y venir de la gente.
Y así hicimos tiempo hasta las
18:30, hora en la que teníamos que estar en el teatro para ver el espectáculo
de marionetas en el agua, ya que el día anterior, al visitar el lago habíamos
comprado las entradas en el cercano
teatro.
El espectáculo generó polémica
entre nosotros, a algunos les aburrió en extremo y cabecearon durante la
representación. A mí me encantó. Es un arte tradicional, antiguo, con música e instrumentos
vietnamitas muy interesante. Además sólo duró 45 minutos.
Para terminar, cenamos en otro
restaurante que recomendamos encarecidamente: el CHA CA LA VONG, en el 14 de la
calle Cha Ca, pero cuidado, en la misma calle hay imitadores.
También sirven un plato único:
una fondue de pescado acompañado de fideos y verduras, el resultado es
exquisito. Sólo llevábamos dos días y ya estábamos enamorados de la comida de
Vietnam.
DÍA 3: HALONG BAY
Nos vinieron a recoger de Vega
Travel al hotel y salimos en lo que sería un viaje de 3 horas hacia Halong,
junto con 7 personas más, todos ingleses y americanos. Hay una chica española
que viaja junto a un inglés, se han tomado un año sabático y viajan por el
mundo, que envidia.
Cuando llegamos al muelle, un
junco nos estaba esperando, cargándose de provisiones para los dos días que
pasaríamos a bordo y enseguida zarpamos rumbo a la Bahía Patrimonio de la
Humanidad.
Cuenta la leyenda que un dragón,
al caer al mar, agitó su cola y este es el paisaje increíble que se formó.
En la azotea del barco hay
hamacas y descansamos un poco antes de la comida, deleitándonos de las vistas.
El almuerzo es a base de mariscos,
pescado y arroz, acompañado con verduras.
Tras un pequeño descanso,
atracamos en uno de los islotes para ver HANG SUNG SOT o GRUTA DE LAS
SORPRESAS.
Es una de las más grandes de la
bahía y tiene formaciones curiosas que asemejan budas, tortugas, cocodrilos…
 |
Una de las vistas más típicas y más bellas de la Bahía de Halong |
Volvimos al barco y en unos
minutos llegamos en la Isla de TITOV en la cual, tras subir 420 peldaños, hay un
mirador desde donde conseguimos estupendas panorámicas.
De nuevo a bordo, desembarcamos, esta vez en unos kayak en los que daríamos un paseo para ver
lagunas formadas por los islotes, cavernas y pasadizos. Otra divertida manera
de disfrutar de la maravillosa Bahía de Halong.
Para finalizar un día increíble,
nos dimos un chapuzón, tirándonos desde el barco, en un escenario increíble, en
las aguas verdes y cálidas del Golfo de Tonkin.
Cuando terminamos y nos aseamos
de nuevo la cena estaba servida, de nuevo marisco y pescado fresco.
Terminamos el día, en la azotea
del barco, descansando y recordando el largo día. Además, la suerte nos
acompañó y había luna llena, la imagen que pudimos contemplar difícilmente se
borrará de nuestras retinas.
DÍA 4: HALONG BAY, CAT BA Y DÍA NACIONAL DE VIETNAM
El día de hoy iba a ser una
aventura.
Comenzó a las 5:30 de la mañana
pues queríamos ver amanecer, pero uno de los islotes nos tapaba el sol. Tampoco
nos importó, la temperatura era tan agradable, cuando el sol aún no era fuerte
y con el viento azotando nuestras caras, que nos tumbamos ahí arriba hasta la
hora del desayuno. Los otros siete pasajeros no se levantaron, se perdieron uno
de los momentos más grandes de nuestro viaje por Vietnam, pues el silencio y la
belleza del paisaje invitaban a la relajación.
Pero había que ponerse en marcha,
así que tras un escueto desayuno cambiamos de barco junto con otros cuatro pasajeros,
pues los otros tres volvían a Halong para desembarcar.
Con este barco más pequeño,
llegamos hasta CAT-BA una de las mayores islas de la bahía.
Aquí íbamos a hacer un treking
por la selva y nos pusimos en marcha con mucho repelente y agua. Cogimos una
carretera y anduvimos algo más de un kilómetro cuando nuestro guía nos indicó
que empezáramos a subir. ¿? Le dijimos que si estaba de broma, pues no veíamos
sendero alguno por el que trepar, pero de broma nada, así que comenzamos a
subir adentrándonos en la espesa jungla del Parque Nacional.
Y así, sin previo aviso,
empezamos nuestra caminata propiamente dicha, escalando por las rocas y
atravesando densa vegetación. Subíamos y bajábamos por sitios difícilmente
accesibles (para nuestro nivel, claro), la humedad era muy alta y a cada paso
veíamos insectos, arañas, hormigas… y tenías que vigilar dónde ponías los pies
y las manos.
Saltábamos entre los troncos y
algún percance tuvimos, porque uno de nosotros resbaló y cayó de espaldas. Por
fortuna, la mochila aplacó la caída y solo quedó en un susto, del que sólo
daban testimonio las manchas de barro por todo el pantalón.
Tras más de una hora caminando,
llegamos a una cabaña donde dos ancianos nos recibieron y nos ofrecieron una
humilde, pero copiosa comida, que además era muy sabrosa, dentro de su
sencillez.
Un gran cuenco de arroz con
cacahuetes, pollo, cerdo, té y licor de arroz para beber, una especie rara de
fruta…
Allí tenían gallinas, perros y
árboles, pero para dormir bajaban cada día hasta el pueblo, pero el día lo
pasaban allí, cultivando su huerto, dando de comer a sus animales, en mitad de
la nada, de la selva más espesa que jamás habíamos visto.
Los platos y los vasos… bueno,
sin comentarios, en España jamás habríamos comido en un sitio así, pero aquí,
el chip te cambia totalmente y no se siente el menor escrúpulo y ver la ilusión
con que ellos, viéndonos disfrutar de su comida, la verdad, era imposible
negarse.
El guía nos contó que la gente
que pasaba por allí, muy de vez en cuando, sólo tomaban algo de fruta y té,
pero nosotros comimos tanto que la pareja estaba feliz y nos agasajaban con más
y más cosas.
Los mirábamos y sus caras
reflejaban la dureza de su vida y sin embargo no dejaban de sonreir.
Continuamos nuestro camino por un
paisaje precioso, verde en todas sus tonalidades, árboles enormes, plataneros,
enredaderas, lianas y una laguna escondida entre la vegetación.
Por fin, llegamos de nuevo al mar,
bajamos por las rocas y el barco nos esperaba para zarpar.
Avanzamos hasta alta mar y
comimos como siempre, a base de verduras, noodles, rollitos y algo de carne. Y
en lugar de siesta, un chapuzón entre las islas para terminar la mañana.
Tras esto, atracamos en una
“granja de pescado” donde vivía una familia con varios perros (dos cachorrillos de días) y niños, entre
ellos algún bebé. Desde aquí nos lanzamos de nuevo al kayak y después de volver
a remar por entre el mágico paisaje de la bahía, Dang, nuestro guía, nos acercó
hasta una playa paradisiaca, escondida y solitaria con unas vistas increíbles.
Descendimos de los kayak y ¡a bañarnos!
Después de relajarnos un rato,
remamos hasta el barco y subimos a la azotea para descansar mientras la nave
ponía rumbo al puerto de Cat-Ba, donde íbamos a pasar la noche.
Para llegar atravesamos pueblos flotantes y pudimos ver el día a día de sus habitantes.
Tras la consabida ducha refrescante
y un entrenamiento de Bone por el paseo marítimo, nos fuimos a cenar al
restaurante
Green Mango, cerca del
HOTEL HOLIDAY VIEW donde estábamos
alojados.
Y después de este largo día de
aventura, nos marchamos a la cama agotados.
DÍA 5: MÁS HALONG Y DE NUEVO A
HANOI
Desayunamos en el hotel y Dang
nos vino a buscar para llevarnos al puerto. Allí nos juntamos con dos
neozelandeses y un australiano que viaja solo.
De nuevo, navegamos entre las
islas y al cabo de dos horas llegamos a Halong donde desembarcamos y tuvimos
que decir adiós a esta Bahía que la UNESCO declaró, como ya decía anteriormente,
patrimonio de la humanidad.
Nos llevaron a comer a un
restaurante de turistas, que no merece muchos comentarios y que sería el más
regular de todo el viaje. Siempre merece más la pena buscar, pero en este caso
la llevábamos incluida y no teníamos más opción.